El Mundo en el que Vivimos

El mundo en el que vivimos es para pensárselo dos veces.

Generación tras generación, seguimos sufriendo los mismos temores y miedos que desde el principio de los tiempos. Bueno no exactamente, porque nuestros ancestros desde épocas de antes de Cristo, ya vivían y se preparaban física y mentalmente desde pequeños, para las guerras.

Conocían el miedo pero como una sensación más, porque formaba parte de lo cotidiano, y lo aceptaban como una forma de vida, de ahí que sabían apreciar los momentos de felicidad y lidiaban mejor con sus emociones.

En el mundo actual, y con el "Libro Gordo de Petete" en la mano, leemos, pero no aprendemos. Observamos las páginas de nuestra vida como las del libro que contiene todas las enseñanzas, pero las vemos de lejos: Guerras incuestionables que, conforme pasan los años, entendemos que fueron estériles e intencionadas. Sí, estériles porque se buscaron excusas simples para entretener a la muchedumbre, para justificar el gasto armamentístico y el uso de la fuerza.

Siempre se busca la mejor solución favorable a los intereses de grandes potencias mundiales, que normalmente tienen los recursos suficientes en materias primas, en abastecimientos, en armamento nuclear, capaces de cambiar el orden mundial de las cosas que hoy conocemos, para acabar con los débiles y los indefensos, esos obstáculos que hay que eliminar para conseguir nuevos territorios y mayor poder.

El tiempo, ese fiel consejero, siempre nos da respuestas. Siempre existe algún conflicto de intereses comunes y hay que buscar enfrentamientos entre países para remediarlos.

Los medios, así como internet, se vuelven manipuladores de una sociedad que está confundida con la realidad, pues el apoyo incondicional de la población de un país, de un continente, justifica el uso medido de la fuerza y del poder militar. Nos utilizan para sus fines bélicos, como si la paz dependiera de la guerra.



El conflicto actual entre Ucrania y Rusia es prueba de esta manipulación de mentes que venimos sufriendo desde hace más de un mes. Cierto es que Bladimir Putin, al igual que "los defensores de la paz" de Ucrania, manipulan a nuestra sociedad como si el pueblo fuera una pelota de tenis, a la que a base de golpear la dejas exhausta.

El miedo bien manejado es un enemigo letal, provocando en quien lo sufre un terror sofocante a perder lo poco que se posee. Genera además, enfrentamientos no existentes entre países vecinos y alianzas interesadas que en nada tiene que ver con el verdadero fin.

Esas alianzas se podrían haber alcanzado antes, y no buscando justificaciones de conflicto para iniciarlas. Huele a pantomima disfrazada, para utilizar todo ese armamento adquirido mientras estuvimos entretenidos dos años de Pandemia.

Naciones como EE.UU., parece que quieran volver a la guerra fría, involucrando a Europa, para evitar que ésta se convierta en una potencia más. Del presidente americano se comenta que estuvo hablando con su homónimo ucraniano meses antes, para que éste pidiera entrar en la OTAN, sabiendo que RUSIA no estaría de acuerdo con ese movimiento.

"Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos", dice el dicho.


La manipulación. por tanto, está implícita en este nuevo orden mundial: lo vivimos en las guerras, en las empresas, y en nuestras relaciones familiares. Llevamos cientos de años escuchando agoreros que predicen el fin del mundo, desastres naturales, meteoritos, tormentas solares, todas ellas SIEMPRE son profecías de destrucción. Quien alimenta esas profecías es porque tiene intereses ocultos en manipular a sus oyentes, y en su propio interés y beneficio.


El mundo en el que vivimos no quiere guerras, no quiere mentiras, y sigue buscando una verdad que se nos disfraza. Es la eterna búsqueda de la humanidad, en los que unos siguen cavando trincheras dentro de su propia ignorancia, y otros en cambio viven sin avatares en un mundo imperfecto, pero donde se es capaz de razonar lo que para otros es incuestionable.