Nuestro viaje de hoy tiene como origen: La puerta de tu domicilio y destino: España, Castilla La Mancha, Ciudad Real, Alcázar de San Juan: Campo de Criptana.
¿Qué sabemos de esta localidad?, pues que la comarca pertenece al Reino de Toledo que durante el reinado de Felipe III en 1.609, recibe la denominación de villa.
En Campo de Criptana se encuentran los famosos molinos de viento con los que luchó el Quijote, en el capítulo VIII de la famosa novela de D. Miguel de Cervantes.
Los molinos son seña de identidad en España y podría incluso denominarse “Marca España” gracias a la quijotesca novela, pues ha traspasado nuestras fronteras al traducirse en todos los idiomas. Hay diez repartidos por la villa, tres de ellos originales del siglo XVI: Burleta, Infanto y Sardinero.
Para llegar pueden hacerlo por tren hasta Alcázar de San Juan y después coger un autobús hasta Campo de Criptana.
Para los que utilizamos el coche hasta para comprar el pan a tres pasos de nuestra vivienda, Campo de Criptana tiene acceso directo a la Autovía A-42 (Autovía de los Viñedos), que a su vez enlaza con la A-4 (Madrid-Andalucía) y por la A-43 (Extremadura-Comunidad Valenciana). No tiene pérdida si vas siempre dirección Tomelloso/Alcázar de San Juan, luego sólo es desviarse dirección Campo de Criptana, así de sencillo.
Qué hacer: Nada más llegar (se recomienda entrar por la salida Sur de Campo Criptana) sigue las indicaciones que te llevan hacia los Molinos. El parking te saldrá gratis si lo haces en una zona destinada para tal uso, un gran descampado en la ladera donde a unos cien metros divisarás un complejo de molinos, en el que no podrás resistirte de empezar a echar fotos y más fotos.
A continuación, dirígete al molino que es un Punto de Información, donde conseguirás un mapa de la localidad y además te dan la oportunidad de por 1 €uro subir a ver el molino por dentro, bien conservado; para los adultos, los niños y los vecinos empadronados el pase es gratis.
En el año 1.928 y con él los inicios del cine sonoro, nació una niña de belleza y voz especiales, llamada Sarita. Ésta se convirtió en poco tiempo en una actriz y embajadora internacional, llevando consigo a Campo de Criptana en su corazón. Si quieres rememorar los artículos que donó a su tierra, por una módica cantidad puedes obtener una entrada para visitar el molino El Culebro y el museo que le da nombre Sara Montiel, donde encontrarás la colección completa de vestidos de todas sus películas, así como su piano y más curiosidades.
Al lado del molino de Información de Turismo, quédate con uno de los dos restaurantes que te vas a encontrar, para más tarde regresar a comer:
Qué hacer: Nada más llegar (se recomienda entrar por la salida Sur de Campo Criptana) sigue las indicaciones que te llevan hacia los Molinos. El parking te saldrá gratis si lo haces en una zona destinada para tal uso, un gran descampado en la ladera donde a unos cien metros divisarás un complejo de molinos, en el que no podrás resistirte de empezar a echar fotos y más fotos.
A continuación, dirígete al molino que es un Punto de Información, donde conseguirás un mapa de la localidad y además te dan la oportunidad de por 1 €uro subir a ver el molino por dentro, bien conservado; para los adultos, los niños y los vecinos empadronados el pase es gratis.
En el año 1.928 y con él los inicios del cine sonoro, nació una niña de belleza y voz especiales, llamada Sarita. Ésta se convirtió en poco tiempo en una actriz y embajadora internacional, llevando consigo a Campo de Criptana en su corazón. Si quieres rememorar los artículos que donó a su tierra, por una módica cantidad puedes obtener una entrada para visitar el molino El Culebro y el museo que le da nombre Sara Montiel, donde encontrarás la colección completa de vestidos de todas sus películas, así como su piano y más curiosidades.
Al lado del molino de Información de Turismo, quédate con uno de los dos restaurantes que te vas a encontrar, para más tarde regresar a comer:
Restaurante Bar LAS MUSAS
Su especialidad son platos típicos como: las gachas manchegas con tropezones (magro, chorizo y tocino frito), las migas de pastor servidas en sartenes (con harina de almorta), el cordero a la caldereta, el pisto manchego, las sopas de ajo, los huevos revueltos con cebolla y el queso manchego. El postre típico es el arroz con duz frío (dulce frío). Por cierto para beber pide un vino espumoso llamado D’ Lucio, lo tendrás blanco, tinto, rosado, es como un buen Lambrusco italiano pero a la española. Un vino joven afrutado y que aunque se embotella y comercializa en Murcia, el vino es de las cosechas de Campo de Criptana: rico, rico... riquísimo.
Su carta ronda los 21 €uros por comensal, pero seguro que no te vas sin probar algún plato típico y encareces un poco la factura. Recuerda un día es un día, además lo vas a desgastar, sobre todo subiendo y bajando sus calles empedradas, sus cuestecitas… y aceptan pagos por tarjeta, por si el efectivo lo has reservado para la entrada de los molinos que son de pago. Vas a hacer hambre, ¡garantizado! y si no estás conforme y estando en plena plaza del Ayuntamiento, no te devolverán el dinero, pero sí puedes tomarte una cerveza o un vermut de la tierra para reponer fuerzas y subir andando a la Sierra de Molinos cuesta arriba o al menos así viene en el mapa de ruta, todo hacia arriba.
Sus calles y sus edificios son lo que andas buscando: un pueblo donde perderte. Contemplarás sus casas de época y sus escudos más emblemáticos. La Iglesia del Convento del Carmen podemos destacar que se levanta sobre la antigua ermita de Santiago, donada por el Ayuntamiento a los frailes a la llegada de estos a la población en el 1.528. Merece nuestro tiempo contemplar las pinturas que decoran el altar mayor.
Todo es cultura en Campo de Criptana, tradición, buen comer… y buen beber. Hablando de beber, les he reservado otra pincelada para el final: sus Bodegas. Otra cosa no, pero Castilla La Mancha se la conoce comúnmente por sus quesos, sus aceites y sus vinos con denominación de Origen. Y Campo de Criptana no iba a ser una excepción, donde encontrarás bodegas familiares con muy buenos vinos, con venta directa y a muy buen precio. Sus especialidades varían desde un buen Vermut para los amantes de un entrante con aperitivo; Verdejo para tomar una mariscada o unas gambitas de la zona; su Añejo para los amantes de los buenos guisos; y para los de buen comer, caldos tinto crianza (uva Tempranillo) para hacer las delicias de los paladares más exigentes. Algunos de ellos tienen la misma categoría que el crianza de la Ribera del Duero, cosa fina.
Y una vez que hemos disfrutado de molinos, museos, ayuntamiento, iglesias, bares, restaurantes y visitado gran parte de sus bodegas con buenos vinos de recuerdo, toca volver a casa. Pero… ¿no pensarán volver con el estómago vacío?, mejor nos pasaremos para rematar el día con una cena en un lugar de encuentro romántico a la par que rústico. En el Restaurante La Martina, donde te llevarás un grato recuerdo y podrás disfrutar y degustar la completa carta de raciones, platos típicos y vinos de la zona en la planta baja, una cueva con encanto.
Pero no les quepa duda de una cosa: volverás. Aunque solo sea para comprar vino tintorro (es muy típico en sus conciudadanos el uso en las comidas del sifón) en alguna bodega a pie de calle o para degustar unas gachas en pleno invierno para cenar… ¡volverás!