Ya estamos terminando este
fascinante viaje por Rapa Nui (Isla de Pascua). Hemos vivido cómo llegar, dónde
instalarnos, qué comer, dónde disfrutar de sus Moáis, encontrar lo místico y
fabuloso de una noche estrellada sin luminosidad artificial, descansar y tomar
el Sol en sus paradisiacas playas, pasar horas de buceo hasta que las manos se
nos arrugan tanto como las de nuestras abuelas… están siendo unos días
difíciles de olvidar. Entre tanto Moái, arqueología, simbolismos, estructuras,
bailes locales, mercados… ¿dónde podemos encontrar algo que se parezca
mínimamente hablando a la sociedad de la que venimos? Algo más cercano a
nuestro tiempo lo encontrarás en Hanga
Roa.
Vale la pena visitar sobre todo
durante la Misa de los domingos, la Iglesia
de Hanga Roa, ubicada en las calles Te Pito y Tu ‘u Koihu. En el
interior se encuentran intrincadas esculturas de madera que ilustran la
adaptación de la cultura Rapa Nui al catolicismo.
En el artículo anterior visitamos
también la caleta de pescadores que
daba acceso a la playa de Pea. Un
inciso es que se puede comprar pescado fresco, llevarlo a nuestro hotel y que
ellos lo cocinen para ti. Sí, son así de serviciales y atentos para ser un
hotel de 3 estrellas.
Al norte de la ciudad pasado el
cementerio de Hanga Roa, se encuentra el
complejo Ceremonial de Tahai. Sobre una pendiente de fácil acceso, los
visitantes descubrirán varios Ahu
restaurados, así como restos de viviendas casas-barco, en las cuales vivían las
familias de los notables pascuenses. Lamentablemente sólo quedan las
fundaciones de piedra y el empedrado del suelo con los agujeros hechos para soportar
el armazón de madera.
Hay que saber distinguir el Ahu Vai Uri y sus cinco estatuas del Ahu de
Tahai con su estatua única y el Ahu
Ko Te Riku. Al norte sobre el Ahu
Hanga Ki’oe se encuentra el Moái A
Kapu. Muy cerca encontrareis el museo
de Isla de Pascua, financiado inicialmente por Japón.
Museo Antropológico
Sebastián Englert
Teléfono: 255-1020 - www.museorapanui.d
El museo expone algunos de los
utensilios encontrados en la isla, una colección de antiguos anzuelos, el primer ojo de coral descubierto en
Anakena y otras numerosas piezas valiosas, como el espléndido Moái Kava Kava. Así como la piedra con
jeroglíficos de escritura pascuense (Rongo-rongo)
aún no descifrada en la actualidad y que sigue siendo todo un misterio.
Después de visitar el museo,
volveremos al hotel a comer y a descansar un poco. Esta tarde la tendremos
libre para hacer lo que más nos haya gustado de los días que llevamos o
simplemente recorreremos los hoteles cercanos o la zona en la que nos alojamos,
conviene relajar los brazos de estar tantas horas sujetando la cámara de fotos.
Hoy la dejaremos en el hotel y nos dedicaremos a pasear por la playa, montar a
caballo, visitar alguna cueva con su linterna y sus botas de agua bien calzadas
o simplemente cambiar opiniones con algún lugareño pascuense. Aunque sea por
señas será divertido ver qué caras ponen ambos al intentar explicarse algo
mutuamente.
Para el último día antes de
volver a coger el avión a la civilización, nos reservamos algo digno para el
recuerdo. Vamos a conocer y a visitar volcanes. No todos, pero sí saber cuáles
son y luego ustedes desde su hotel desplazarse al más cercano o al más
cautivador.
Existen cuatro volcanes en
Pascua:
Mauga Terevaka:
A 511 metros de altura con dos colinas el Maunga Puka y el Maunga Kuma presenta
un interesante lago-cráter el Rano Aroi
que es una reserva natural de agua dulce. Es un mirador perfecto para observar
toda la isla de Pascua. Ideal para los amantes del jogging. Ni que decir tiene,
que es una zona donde siempre sopla viento fresco.
Ranu Rakaru: Centenares
de Moáis se encuentran en sus pendientes, censados 397 de los 900 Moáis que
existen en toda la isla, por lo que tiene un gran valor arqueológico (1.000 al
1.680 d.c. se construyeron estas estatuas con piedra volcánica).
El Poike: Montaña
erosionada al Este de Rapa Nui con 370 metros de altura presenta una estructura
volcánica diferente del resto de la isla. La lava blanquecina es un tipo de
traquita blanca con la que los artesanos tallaban los Moáis. Al norte tres
cerritos en línea recta llamados Vai-a-heva, Tea-tea y Parehe. En su elevación
más baja, Maunga-Parehe, fue donde los españoles al mando de Don Felipe González de Haedo levantaron
en 1.770 d.c. las cristianas cruces en nombre de su majestad Católica. Veremos
también petroglifos con forma de anzuelo y cinco Moáis de traquita blanca en el
Ahu Kava Kava. En sus acantilados,
las típicas cavernas de la isla.
Pero lo más interesante
de este volcán lo encontraremos al Sur de la isla en el Maunga Vai-a-Heva.
Existe una escultura gigantesca y tosca de tres metros de altura, con inmensa
boca abierta, donde se deposita de forma permanente agua de lluvia. Dice una antigua
leyenda que Vai-a-heva=agua mágica,
que la inmersión en sus aguas daba la virtud de la eterna juventud o más al
estilo moderno, la Fuente de la Eterna Juventud (Estudios
realizados a finales del 2.012 revelan que especialistas de la escuela médica
de Harvard desarrollaron un compuesto llamado rapamicina, a partir de la bacteria Streptomyces hygroscopicus
descubierta en la Isla de Pascua, Chile, que parece ser capaz de revertir con
éxito los daños que el envejecimiento provoca en el ADN).
Rano Kau: Al Suroeste; Tiene una altura de 324 m. sobre el nivel del mar y
de acuerdo con estimaciones geológicas su origen se remonta a erupciones de
unos 2,5 millones de años de antigüedad.
Su cráter mide 1,5 km.
de diámetro y en su interior se encuentra una laguna de unos 250 metros de
profundidad. En la laguna existen pequeñas islas de totora y abundante
vegetación. En la parte superior del cráter existe una fractura conocida como Kari-Kari. Cerca del extremo Oeste
del volcán está la Aldea Ceremonial
de Orongo, conformada por 50 casas de piedra de forma
elíptica que ofrecen una perfecta visión de los tres islotes que hay
frente al Rano Kau. Esta aldea era habitada solamente en los días que precedían
a la ceremonia del Hombre Pájaro o
Tangata Manu que se celebró hasta finales del siglo XIX.
Hasta aquí llegó nuestro
viaje. Creo que podría haber dado más de sí, quizá alguna entrega adicional
pueda depararnos el futuro ¿verdad? Pero creo que también el encanto está en
que ustedes, poderosos viajeros de la imaginación consigan disfrutar de este
destino y opinen dentro de unos años en este artículo de cómo les fue.
Vean con qué alegría
nos despedirán al coger el avión… ¿ni que estuvieran deseando que nos fuéramos,
eh? Feliz retorno.