RAPA NUI, Parte I


Hay tantas islas por recorrer… con encanto como Capri (Nápoles, Italia), otros parajes con hábitat natural-turístico como Dumbria (Galicia, España) y algunos con roca pulida sin desmaquillar  con esas playas que parecen retocadas con un photoshop como es Rapa Nui (Chile, América del Sur). Parece increíble que sea un destino que atraiga a tantas personas de diferentes culturas durante años. Rapa Nui curiosamente recibía cerca de diez mil visitas al año hasta que se estrenó la película que lleva su nombre (en 1.994 dirigida por Kevin Reynolds), a partir de esa fecha alcanza la friolera de las setenta mil visitas al año.

Nos vamos de viaje a: Polinesia, Chile, Isla de Pascua: Rapa Nui.

Nuestra estancia será de entre cuatro o cinco días, lo necesario para que nos dé tiempo a  recorrer la isla. Hay tres rutas para llegar, pero todas son en avión: La primera el vuelo diario de LAN desde Santiago de Chile; la segunda (para los que viajamos desde Europa) más directa desde Lima-Isla de Pascua, y la habilita la misma compañía a partir de Febrero de cada año; y la tercera es coger un vuelo también con LAN desde Papetee (Tahití).
El viaje desde Santiago de Chile cuesta unos 600 euros por persona y dura unas cinco horas y media. Habrá que añadir el vuelo desde nuestra casa hasta Santiago de Chile. Merecerá la pena el viaje. Rapa Nui no sólo es una isla en medio de Océano Pacífico, tiene un misticismo especial. De hecho la Isla de Pascua suele ser frecuentada por “platillos volantes”, como en todo Chile. Si veis alguno, saludad; es de buena educación recibir cordialmente a alguien que viene de fuera, y más cuando ha recorrido un largo camino para visitarte.

En el aeropuerto hay una tasa especial de 50€ por persona, dado que la mayoría de los recintos históricos son considerados parque nacional y esa licencia se paga aparte.

Existe una opción de evitar el avión y es subirte a un barco carguero que sale desde Valparaíso; lo malo es que tarda nueve días en llegar y otros nueve en volver. Si al menos fuera un crucero nadie le haría ascos, pero un carguero lo dice todo.  Tanto tiempo en el barco, vas a llegar cansado de tanta agua. Mejor coger un vuelo en avión, y cuando estéis llegando a un diminuto punto en el océano pacífico, rodeado por miles de kilómetros de agua marina y  cuatro palmeras bien puestas sabrás que estás llegando al aeropuerto de la Isla de Pascua.


Como ya sabréis en la organización de nuestro viaje hemos escogido estancia. Para los que vais a tontas y a locas, o simplemente a la más pura aventura, no os hablaré de este estupendo hotel:

El Chez María Goretti, ubicado en el centro de la Isla de Pascua.  La peculiaridad de este hotel es que está construido a base de piedra y madera nativa, tiene todos los servicios de un gran hotel, incluidos internet y rent a car, así como paseos a caballo, buceo y una excursión gratis a la cueva que tu elijas, en los meses de Septiembre y Octubre.

Hotel Chez María Goretti
Tahai s/n. Isla de Pascua. | Fono: 56-32-2100459


En cambio para los amantes de la aventura o los que el presupuesto es más reducido existe un Hostal con valoración 4.5 sobre 5, en pleno centro del pueblo Hanga Roa:

El Hostal Aukara, se encuentra en los jardines de la Aukara Galería de Arte, donde existe una exposición permanente de arte Rapa Nui. Tiene un ambiente muy familiar y es muy indicado también cuando vas con niños.

Hostal Aukara Rapa Nui
Avenida Pont s/n, Isla de Pascua Fono: 56-32-2100539

Una vez que ya nos hemos asentado en nuestra habitación, hemos descansado, nos hemos aseado, comido, dormido… ya estamos preparados con mochila a la espalda y panfleto en mano del “Enviado del 74” para dar nuestra primera toma de contacto con Rapa Nui.


Para los que eligieron el hotel  Chez María Goretti comienza un camino de tierra que nos lleva a Ahu Tahai (Ahu significa “altar”), por lo que es nuestro primer contacto visual con un Moái. Encontrareis una ruta muy verde con ruinas de antiguas chozas de lo que fue una aldea tribal antes de la llegada de los colonizadores en el final de la Semana Santa en pleno Siglo XVIII. Allí encontraremos seis moáis unos más deteriorados que otros y más alejado otro mejor conservado, con un “sombrero” de piedra roja llamado Pukao obtenido de la roca volcánica del  Puna Pau y asimétricamente colocado en su cabeza. Pero lo que más te llamará la atención no será que al igual que los otros están sobre grandes bloques de piedra y de espaldas al mar, sino lo que tendrá a diferencia del resto: Ojos (No debe preocuparte que haya muchas cabezas y piedras en el suelo, date cuenta que es desde el famoso terremoto de Chile del año 1.960 donde los japoneses invirtieron para restaurar la zona, todo estaba derruido desde la conquista. Era normal entre guerras tribales la destrucción de sus estatuas para quitar el símbolo de poder de la tribu contraria).

El Moái de Tahai es al único que se le han “restaurado” las cavidades oculares y le da un toque más interesante (Antiguamente todos tenían ojos con corales petrificados). El misterio de esos ojos mirando al cielo, a la nada… es lo que os hará quedaros largo rato pensando que es lo que mira con tanto interés. Una fotografía imprescindible para vuestro álbum.


Desplazamientos: Los hoteles se encuentran en la zona centro, en el pueblo Hanga Roa por lo que se recomienda alquilar un 4x4 que os costará unos 60 €uros al día para moveros por las diferentes zonas turísticas de la isla. No se recomienda el uso de bicicletas salvo en estancias más cortas, porque no se puede dormir a cielo descubierto por la isla, siempre tendréis que regresar a tu hotel/hostal/albergue.
No esperéis encontrar vegetación abundante… es curioso, veréis algunos ficus, eucaliptos; las palmeras son de prestado (las trajeron de Tahití) y sólo conservan algún ejemplar auténtico de un arbusto llamado Toromiro, que los guardan casi en cámara acorazada. ¿Animales?, ni dóciles ni peligrosos, podríamos decir casi ninguno, excepto alguna gallina traída de la Polinesia.
Hay una teoría, mejor dicho una leyenda que dice que para transportar los Moáis (de una parte de la isla a otra) los habitantes de Rapa Nui deforestaron toda la isla. Parece ser que la realidad fue que el ratón polinesio se comía las bayas de la palma polinésica que cubría la isla, además se reproducen a una velocidad asombrosa, lo que pudo ser el detonante de la desaparición de estos árboles junto con la ayuda inestimable del Hombre.


Y aquí acaba nuestra primera parte de Rapa Nui. Sé que les ha sabido a poco (como a mí) pero lo bueno si es dos veces bueno se hace esperar..