La vida está formada por valores: el valor es uno de ellos, la cobardía su opuesto. Y ambos te acompañan toda la vida. ¿Por qué es todo a veces tan simple y otras veces tan complicado?, ¿por qué no puede ser todo naranja o verde, negro o blanco, morado o rojo? porque entonces sería demasiado fácil, y la vida es de todo, menos fácil.
Siempre se desea ser lo que uno no es. Cuando nuestra vida está llena, la vemos medio llena o vacía. Somos los seres humanos tremendamente egoístas e idólatras. Sólo pensamos en nosotros mismos y no en los demás. Hacemos eco a los cuatro vientos de nuestra empatía, conocemos su significado pero a la hora de la verdad, en las cosas más sencillas, no nos aplicamos el cuento de esa dicha. Sólo sabemos hablar y hablar, creemos que escuchamos pero sólo oímos. Son palabras bien distintas, en las dos participa nuestro oído, pero sólo en una de ellas nuestra comprensión y razonamiento. ¡Qué fácil nos resulta oír y evadirnos de lo que estamos escuchando!, quedarnos solo con los fragmentos que nos interesan sin prestar atención al resto, porque ese resto es desechable, aunque para el contrario sea la parte dónde se quiere hacer sentir.
Ser sin Ser, desear lo que no tienes y creer que algún día lo tendrás. ¿Y una vez conseguido, qué?, pues el paso de los días te devuelve a lo que fuiste y al tiempo mental que perdiste en el camino para lograrlo. ¿Mereció la pena? no creo que perder un tiempo tan maravilloso como es el don de la vida, merezca perderse en una empresa que sólo te ha dado un tiempo paralelo al tuyo, forjado a base de sentimientos platónicos de memorias alternativas. Ser una persona para unos, mostrar otra cara a otros y no encontrarte nunca contigo mismo, llegando al punto de creerte tus propias fantasías para hacerte sentir bien dejando cadáveres en el camino para lograr tu obsesión, tu dosis diaria de Ensoñación, sea por los medios que sean (ver "Ensoñación").
A veces, el camino para encontrar ese remanso de paz se disipa en cuanto termina su efecto. Y conseguir ese momento se convierte en una agónica incertidumbre, manchada por el calor que fabrica el dinero. El dinero te da el favor, el calor del fervor por unos segundos, la paz por unos minutos y la pena más inmunda por unas horas. También hay dosis de arrepentimiento, de sentirte un ser miserable, podrido y ruin. Y no ver que tienes a todos a tu alrededor queriendo darte su ayuda, el problema es que ni los ves ni tampoco se lo has preguntado. Adelante, haz un esfuerzo: todos queremos que seas lo que fuiste, no queremos que seas lo que nunca fuiste.
El verdadero valor no es enfrentarte al problema combatiendo contra él cara a cara, ni tampoco salir corriendo; es pedir apoyo a las personas que están contigo cada día que te quieren por cómo tú eres, no por lo que eres.
Los valores no se aprenden, ya vienen de fábrica. Encuentra tú el tuyo y aprieta el "ON" y si no sabes dónde encontrarlo, para eso estamos los demás, para echarte un cable, para ayudarte a pensar por ti mism@ sin ayuda de nada ni nadie que entorpezca tu fuero interior, tu verdadero YO.