Vanidad

Vanidad (vacío, hueco o falto de personalidad).  Mason Cooley dijo "la vanidad bien alimentada es benévola, una vanidad hambrienta es déspota".


Manifestación de soberbia y arrogancia, con grandes dosis de engreimiento lo que lleva a su propia ignorancia. La ignorancia de no saber comprender que unos no somos más que otros, por el mero hecho de tener más que los demás ya sea físico, mental o material, que suele ser la mayor de las vanidades o mejor dicho, las más tediosas.
La persona vanidosa se siente superior al prójimo y no duda en destacar su supuesta capacidad cada vez que puede, menospreciando al resto de la gente ya sea de propio pensamiento (hacia sus adentros) o destacándose con otras personas.

El interior del ser vanidoso, es un sentimiento de inferioridad y el deseo de ser aceptado por los demás. Al hacer muestra de sus virtudes, el vanidoso intenta demostrar que no es menos que nadie (lo que en realidad siente) y espera la admiración de quienes le rodean. Su mayor defecto, es la no virtud de su propia superioridad hacia los demás. Nadie es más que él, dado que él mismo es lo máximo, el más alto grado de la perfección.
A veces confundimos querer crecer con ser vanidoso. Una cosa bien distinta es querer crecer como persona, conseguir metas personales enfocadas en lo laboral o en mejorar uno mismo en cualquier desenlace de la vida, y otra es ser vanidoso, y creerse el centro de atención por creer ser el mejor en todo. 
Nunca debemos olvidar, la imperfección del ser humano. Quien se cree perfecto, es un verdadero ignorante en potencia. Y si esas potencias las multiplicáis, vais en el camino adecuado hacia la prepotencia.


    La vanidad es uno de los siete "pecados" capitales. Según el catolicismo, "alrededor del 375 d.c., Evagrio Póntico se unió a un monasterio fuera de Constantinopla y allí clasificó «las ocho tentaciones que, según él, atraían al hombre al infierno». Evagrio creía que había ocho «tentaciones terribles para el alma», y la vanidad era una de las más letales. En el 590 d.c., el papa Gregorio Magno reexaminó la lista y redujo los pecados a siete. Anteriormente, Evagrio las había denominado «tentaciones», pero el papa cambió el nombre por el de «pecados» y proclamó que eran mortales.

La vanidad hace que el hombre sienta que no necesita a Dios porque se auto-idolatra. Una cosa es sentirse como Dios, y otra bien distinta es creer que eres Dios. Ni una cosa, ni la otra: sentirse como Dios, se debe a un estado de ánimo concreto, ya sea mental o corporal. Creer ser Dios, es pensar que eres más que nadie, el más alto grado de prepotencia. No puede llegar a ser Dios, por la primera y más obvia de las razones: Dios NO juzga. El vanidoso sí juzga, constantemente. Todos son inferiores para él. Siempre lleva la razón en todo, dado que se cree superior. La superioridad es su sello de confianza.Cuando tiene problemas de auto-estima, sólo tiene que fijarse en las vidas de los demás; Las critica y les da la vuelta, genera la ira suficiente, para poner su sello de crítica no constructiva y crear su propia imagen mental sobre esa persona para destruirla. Le quita lo positivo, lo convierte en negativo. Le quita sus virtudes, las convierte en inaptitudes. Así se siente mejor, de saber que es superior. Nos hace creer que es feliz, realmente feliz, aunque la triste verdad es que en el fondo de su ser, conoce su propia infelicidad.